Sobre «El camino de El Dorado», de Arturo Uslar Pietri

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Dentro de la historia de la conquista española de las Indias, sembrada de episodios y personajes que cambiaron la historia del mundo, apenas resulta trascendente la campaña de Lope de Aguirre y sus “marañones”. Cronistas como Francisco Vázquez o Pedrarias de Almesto dieron directo testimonio de aquel aventurero: miembro de la expedición que en 1560 se internó en la Amazonía en busca de fabulosas riquezas, prefirió dar muerte a sus superiores y arrebatar el Perú al rey de España; en pos de esta ambición, aterrorizó a los colonos de Venezuela y a sus propios seguidores, a los que hacía ejecutar a la menor sospecha. Ellos mismos lo asesinaron poco después de que se hubiera rendido a las tropas reales; poco antes, había apuñalado a su hija para salvarla de ultrajes como “hija del traidor”. Se conserva la carta acusatoria e insolente que dirigió al monarca en los últimos días de su jornada. Sigue leyendo

Crónica política y educación sentimental: «Ulises criollo»

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Cualquier libro de memorias de un personaje público hay que tomarlo con el interés que merecen los episodios narrados y la prudencia (por no decir escepticismo) que merece el deseo del autor de dejar a la posteridad un pulcro autorretrato. Saber esto no puede, sin embargo, impedirnos disfrutar merecidamente de unas páginas donde se revela el buen escritor. José Vasconcelos (1882-1959) fue un intelectual y político cuyo legado más visible permanece en el lema que dio a la Universidad Nacional Autónoma de México o su propio nombre otorgado a la Biblioteca Nacional de su país. Entre su nutrida obra escrita destacan sucesivos libros autobiográficos, de los cuales el más recordado es el Ulises criollo (1935), donde relata sus recuerdos de infancia y juventud hasta el estallido en 1913 de la fase más larga y cruenta de la Revolución Mexicana. Sigue leyendo

Mi cosecha en ‘Random Harvest’ (la novela)

A quienes pueda recordar algo el título En la noche del pasado (o su variante española), será sin duda a cierto clásico del cine que aquí reseña, impecablemente como suele, José Miguel García de Fórmica-Corsi. En su entrada, mi imprescindible crítico supone «inencontrable», la novela en que se basa la película de Meryn LeRoy, y no seré yo quien le quite la razón: lo cierto es que ha sido el libro el que me ha encontrado a mí. No viene al caso el modo, ni tampoco por qué he dedicado un buen tiempo de mi verano, habiendo tantas cosas haciendo cola en mi biblioteca, a la lectura de este tomo con ese olor a «rancio» que en las bibliotecas de los abuelos tenían las obras de –pongamos– Vicki Baum, Lajos Zilahy (o también, seamos justos, las de Stefan Zweig antes de su gloriosa resurrección de las últimas décadas).* Sigue leyendo

Homo homini canis: «Los perros hambrientos» de Ciro Alegría

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Para aprender de una sociedad, nada mejor que verla ‘desde fuera’: he ahí la clave de mucha literatura de viajes reales o inventados. Del mismo modo, para librarse de prejuicios y expectativas al valorar al ser humano, no es mal recurso adoptar el primario punto de vista del animal. Podemos recordar aquí populares ejemplos de la literatura universal, como los de Kipling o Jack London, para entender un poco más la conocida novela Los perros hambrientos (1939) de Ciro Alegría, conscientes de que el perro es por tradición cultural el más ‘humano’ de los animales, el que más se presta a compartir nuestras experiencias y sufrimientos. Perro y hombre se complementan en el relato, alternándose el protagonismo o el punto de vista de diferentes episodios. El mundo de los perros replica en lo esencial no pocos conflictos del hombre andino: el forzado desarraigo y la servidumbre, el hambre y la persecución, la desesperación y la violencia fratricida. Incluso entre los cánidos existen bandidos, campesinos y señores. Sigue leyendo

Sobre «Tres sombreros de copa»

El humorista español Miguel Mihura (1905-1977) se estrenó en el oficio de comediógrafo en 1932 con una pieza teatral que no llegó a estrenar en su momento, sino dos décadas más tarde, cuando los gustos del público joven ya estaban más receptivos a la experimentación teatral. Curiosamente, Mihura se había dejado llevar para entonces por gustos más convencionales, con éxitos de taquilla que, a pesar de su propia opinión, no impidieron que Tres sombreros de copa sea la comedia inevitablemente asociada a su nombre y su memoria. Sigue leyendo

Las ficciones de Luis Loayza

Dentro de la vasta sombra que proyectan los grandes narradores peruanos del siglo XX, la obra de Luis Loayza (Lima, 1934) resulta, ya que no voluminosa, luminosa. El conjunto de sus prosas de ficción, publicadas a lo largo de más de medio siglo, ocupan un tomo de menos de 330 páginas (editadas en 2010 por la Universidad Ricardo Palma). Lo cual podemos considerar una virtud, si pensamos en que salva de los frecuentes altibajos de interés y mérito artístico que conlleva la lectura de las obras completas de cualquier escritor más prolífico. El conjunto de los relatos de Loayza (algunos, poemas en prosa antes que narraciones) presenta una sólida unidad en su perfección de estilo. Sigue leyendo

Sobre «La vida es sueño»

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La lástima de los clásicos escolares es que demasiados profesores los recomiendan rutinariamente, tan solo porque en los manuales se dice que son “grandes obras”. No predican con el ejemplo de leerlos y acompañar en su lectura, y por eso demasiados estudiantes los leen sin interés ni orientación. Incluso quienes los han disfrutado (que no son pocos) les dejan de hacer caso cuando, fuera de las aulas, se dedican a leer sin presiones académicas. Sigue leyendo

«La casa encendida»: un vasto concierto

35679756Las ínsulas extrañas, ambiciosa y controvertida antología poética en lengua española publicada en 2002, recordaba a una generación de poetas que, nacidos en la segunda década del siglo XX, renovaron el castellano como lengua poética moderna: los nombres seleccionados eran los de José Lezama Lima, Octavio Paz, Gonzalo Rojas, Nicanor Parra, Emilio Adolfo Westphalen, Miguel Hernández y Luis Rosales. Sigue leyendo

La palabra es «frívolo»

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La palabra frívolo no es de uso cotidiano, y supongo que mucho menos entre mis estudiantes. Pero ya se sabe que, cuando estos se enfrentan a un ejercicio escrito, tienden muchas veces a querer impresionar a su lector (o a encubrir su inseguridad) mediante el uso de expresiones que les son extrañas pero que suenan cultas y bonitas. Es la misma estrategia que siguen tantas criaturas de Dios como el sapo, el gato o el pavo real: encarar el peligro exagerando sus dimensiones (en este caso, las de su vocabulario). Como prefiero dicha estrategia a la del calamar, que sustituye la selección equivocada del vocabulario por su sobreabundancia y envuelve la propia inseguridad en densa nube de tinta, yo me limito a dedicarles con cariño el consejo cervantino: “Llaneza, muchacho; no te encumbres, que toda afectación es mala” (Quijote II, 26). Asimilarlo suele llevar años, así que mejor empecemos a repetirlo cuanto antes. Sigue leyendo

Clásicos, folletines y aventuras

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La referencia que hice en el pasado artículo sobre el Shanti Andía  a la falta de una tradición «aventurera» moderna en la novela española, con el agravante de mi condición de peruano, provocó en su día una furia en un lector de tierras flamencas, que ni el duque de Alba. Declaraba en su comentario que nunca hubiera escrito aquellas «tonterías» si hubiera conocido la obra de Francisco Navarro Villoslada. Le dediqué una amable réplica que, como quedó asimismo larga y sustanciosa, me parece que vale la pena arreglarla un poco aquí y darle vida propia.

Al referirme en mi pasada recomendación al género literario de la novela de aventuras, no tuve en cuenta que a este podía también asimilarse al de la novela histórica folletinesca que predominó en el siglo XIX, con elementos que podrían considerarse propiamente aventureros. A falta de “tierras vírgenes, exploraciones, naufragios”, estos relatos  presentan persecuciones, desapariciones y reencuentros, duelos, misiones… elementos que claramente predominan en espacio e interés sobre los históricos, y cuyos modelos evidentes y duraderos habrían sido Walter Scott o Alexandre Dumas. En España no les faltaron seguidores, y yo mismo ya dediqué otro día una recomendación a El señor de Bembibre. Sigue leyendo

«Shanti Andía», más inquietudes que aventuras

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España practicó el colonialismo antes que la novela. Tal vez por eso no llegara luego a florecer en castellano la novela de aventuras, género que a partir del siglo XIX cuenta en inglés con clásicos como Stevenson, Rider Haggard o Conrad; y en francés como Verne o Pierre Benoit. Aunque en la actualidad se vaya compensando esta carencia, lo cierto es que en nuestra lengua apenas disponemos de ficciones clásicas sobre viajes a tierras vírgenes, exploraciones, naufragios… Sigue leyendo

´Tom Jones’: Cervantes a la inglesa

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Que Don Quijote de la Mancha es una novela de referencia para toda la literatura universal está fuera de toda duda: nombres máximos como los de Borges, Paul Auster, Dostoievski, Vargas Losa, Milan Kundera, Flaubert, por dar tan solo algunos, han reconocido su admiración y aprendizaje en la obra maestra de Cervantes. Esta encontró su vocación universal desde muy pronto, y de hecho parece ser que sus primeros y mejores frutos no se dieron en la literatura española, sino en la inglesa. Recomiendo un clásico de esta lengua, Tom Jones o la historia de un expósito (Tom Jones or the History of a Foundling) de Henry Fielding, novela de amor, humor y peripecias, explícitamente deudora de Cervantes. Sigue leyendo

«Tres padrinos» o la gracia inesperada

Tres padrinos
No hay santo sin octava (generosa en este caso), y mi recomendación del otro día no podía quedar en el aire así sin más.
La primera vez que oí hablar de John Ford, creo, fue cuando TVE anunció para cierta tarde de sábado la película Tres padrinos «por primera vez en España». La razón por la que nunca se había proyectado en nuestros cines precisamente aquel western de entre los muchos que rodó el genio del parche en el ojo, es algo que ni lo sé ni lo adivino. Algo de la censura franquista, quién sabe.
Ford

Tomada de aquí

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Amor y muerte (con espóiler)

(Una nota sobre El señor de Bembibre)

El señor de Bembibre

Uno de los géneros literarios más leídos en la actualidad es el de la novela histórica, es decir, aquella que construye su ficción sobre el trasfondo de hechos documentables del pasado. A partir de la obra del escocés Walter Scott, esta modalidad narrativa se popularizó en todas las literaturas durante el siglo XIX. La lengua española, por supuesto, no se quedó atrás, aunque hay que reconocer que ni en América ni en España logró obras maestras: aún estaba por llegar la época de sus grandes novelistas . Sigue leyendo

De cómo todos los caminos podrían llevar a Belén

Adoración de los Magos (Rubens)

portada_viajes-imaginarios-y-reales_alvaro-cunqueiro_201505261210Pero, ¿por dónde andarán, amigos?  ¿Dónde están, el alba y la noche? Quién pudiera, como Jacopone en el camino de Milán, verlos pasar por el silencio de la noche,  por el filo del silencio como por el borde de una copa llena de sombra: unas alegres luces bajando hasta un puente de madera, y oír el ligero trote en la tablada, como un tambor de fiesta, y verlas perder luego, las luces, por el camino que cruza un castañar, y preguntarle a un paje que va retrasado —un pajecillo de oscuro rostro, que lleva una dalmática roja y si te habla se quita una gorra blanca, una monterilla con plumas, y va perfumado con agua de canela— quiénes son aquellos altos, nobles y poderosos señores, y oírle ceceando decir que son don Melchor, don Gaspar y don Baltasar, que van camino de Belén por mor de una estrella que corre a trasmano por la banda del cielo. Y tú pasmas porque aprendes que el camino que pensabas iba a Betanzos o a Tuy, resulta que va a Belén, y miras la estrella, caminera y dorada, y le agradeces al pajecillo, que ya se va, corriendo, a tomar la brida del palafrén de su señor. Yo sé de cierto que en algún camino, en algún apartado lugar, cualquiera, a esta hora en que Dios anochece sobre el mundo, podrá ser vista la incomparable comitiva.
(Álvaro Cunqueiro, «El viaje de los tres reyes»)
(P. D. Y para la fecha, la mejor película posible es esta:

Bárbaros, bárbaros

(Facundo, Los Sertones –más La guerra del fin del mundo, claro– y Tomóchic)

Maceta libros

Podría resultar ocioso a estas alturas recomendar otra novela de Mario Vargas Llosa. Sobre todo si, como La guerra del fin del mundo, se trata de una de las más elogiadas del escritor peruano. Esta primera incursión de Vargas Llosa en el género histórico (1981) toma como base la guerra de Canudos, episodio que conmocionó el Brasil de finales del siglo XIX. Este conflicto de las fuerzas de la joven república con los yagunzos, habitantes del áspero sertón de Bahía fanatizados por el extraño profeta Antonio Consejero, sirvió al novelista para dar forma a varias de sus inquietudes más constantes: la necesidad de crear ficciones que den coherencia al mundo en que existimos, y el peligro de que estas ficciones pierdan el sentido de la realidad cuando tratan de extenderse a la sociedad entera. Así, en un solo mosaico de perspectivas de los personajes se encaran la utopía del progreso, la del militarismo, la de la teocracia y la del socialismo anarquista. Sigue leyendo

Una lanzada (más) por don Quijote

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De la pared de mi oficina

Aunque nunca vaya a ser fácil, siempre será necesario recomendar la lectura del gran clásico de la lengua española. Pocos lo leen si no es por obligación académica, y eso a veces gana lectores, pero otras también enemigos, y es una lástima. Los impedimentos que suele encontrar el neolector benévolo suelen ser un ritmo algo diferente al de la narrativa actual, al que lleva un tiempo acostumbrarse, y un uso del castellano que, paradójicamente, por haber sido en su día muy natural y coloquial, hoy no siempre entendemos por su vocabulario y expresiones. Pero esta no es una dificultad que no vayamos a encontrar en la prosa de muchos escritores de nuestros días, que usan el español de una región o nivel cultural diferente del nuestro, ni tampoco es nada que no pueda resolver una edición con buenas notas al pie. Sigue leyendo

Masa y caudillo

Los de abajo

(Sobre Los de abajo de Mariano Azuela)

Al igual que en Perú tuvimos el indigenismo, y en otros países el regionalismo, en México la corriente de novela que se impuso en la primera mitad del siglo XX fue la que trató de la Revolución mexicana. Suele tratarse de ficciones que contemplan dicho episodio histórico a cierta distancia y evalúan la transformación que conllevó para la vida del país. Sin embargo, Mariano Azuela inauguró el género con una novela escrita en 1914, en pleno proceso bélico, con un testimonio que tiene también algo de profecía, al interpretar y juzgar críticamente los sucesos revolucionarios no por medio de una crónica histórica, sino –como buena novela– de la creación de unos personajes convincentes. Sigue leyendo

Un caudillo asturiano en Venezuela

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(Sobre Boves el urogallo)

Durante los años 70 del pasado siglo lograron gran éxito de crítica y público las novelas históricas del escritor y psiquiatra venezolano Francisco Herrera Luque (1927-1991). Boves el urogallo (1972) se adentra en la personalidad de uno de los personajes más denostados de la historia de Venezuela. El caudillo realista José Tomás Boves, ya terriblemente esbozado en la clásica Las lanzas coloradas (1931) de Arturo Uslar Pietri ―otra muy recomendable novela―, acabó a sangre y fuego con el segundo intento de república de su país. Fue recordado como “León de los Llanos”, “Hijo del Diablo” o “Cólera de Dios”, aunque Herrera le inventa otro sobrenombre, el de un ave silvestre de tierra originaria, las Asturias de España.

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Reverb(er)aciones o cómo inflar hasta los verbos más sencillos

Salía yo desprevenido de mi oficina, y casi me doy de hocicos con un individuo greñudo y barbicaprino, rostro copiosamente engrapado, que me preguntó: «¿Es aquí donde recepcionan los trabajos para el concurso de arte?”.

Debidamente apercibido, quizá hubiera disimulado cortésmente, pero ante lo brusco del encuentro tan solo acerté, libre el instinto, a responder a la agresión con un «no, aquí es donde se reciben» tan cortante como ineficaz.

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Cunqueiro también recuerda a Azorín

Pla admiraba lo bastante a Azorín como para decir que no escribía en castellano, decíamos ayer. Para cerrar el año del maestro del 98, Santa Catalina de Alejandría (patrona de bibliotecarios, maestros y archiveros) me ha deparado como por azar un homenaje azoriniano más, mientras seguía las andanzas del otro máximo prosista de la periferia española del siglo XX. Me pregunto cómo lo recibiría el viejo maestro, que aún seguía vivo y sosegadamente activo en Madrid por aquellos días, aunque nótese que Cunqueiro habla de él en pasado, como un clásico ya firme y remoto. Lo que «ahora nosotros vemos y decimos azorinianamente» me pregunto si no será una manera de haber sentido que la prosa de Azorín es, como el fragmento prueba, no solo terapéutica sino contagiosa.

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Neruda: del tú hacia el todo

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Toca esta vez cincuentenario: el de la muerte, en infames circunstancias, de Pablo Neruda (1904-1973). Podemos empezar a recordarlo con un poemario que, no contento con ser un clásico, es lisa y llanamente famoso: Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Libro juvenil, no solo por todos aquellos lectores que en sus páginas han experimentado el primer descubrimiento de la poesía, sino porque el propio autor lo compuso en los inicios de su carrera, demostrando su temprana madurez. A lo largo de él se alternan las dos dimensiones tradicionales (por no decir eternas) del amor: por un lado, la entrega, la corporalidad extendida hasta la fecundidad, la amada presente (poema 14: “Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote. / Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado”); por otro, la amada ausente e incorpórea, evocada entre crepúsculos, despedidas, nostalgias y silencios (6: “Te recuerdo como eras en el último otoño. / Eras la boina gris y el corazón en calma”).   Sigue leyendo

«Félix Vargas»: Azorín experimenta

En mi cada vez menos reciente nota dedicada al sesquicentenario de Azorín, recomendé la lectura de Castilla por facilitarme las cosas: es cortito y lo tenía a mano para repasarlo. También por facilitarle las cosas al potencial lector, porque es accesible a la compra y comprensión.
Sin embargo, se me queda clavada la espinita de no haber recomendado algo más «raro» como Félix Vargas, por el que siento una predilección especial. En parte, a causa de las especiales circunstancias en que me hice con él, que ya he contado en otra ocasión. Pero también por muchos pasajes memorables, cautivadores. A menudo no muy convencionalmente narrativos, y exigentes con el lector, pero ya hemos insistido más veces en que Azorín era un poeta, aunque jamás escribiera un solo verso. Y la poesía debería venir siempre en pequeñas dosis, con todo mi respeto para quienes les quepa el Ulises en la cabeza.
Félix Vargas

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La invención del camino y la divina melancolía

La física produce distancias, la naturaleza siembra accidentes, pero el hombre inventa caminos.

Después de las especies sacramentales –el trigo, el vino, el aceite– y del hallazgo imprevisible del fuego, de las cosas que el hombre verdaderamente sembró en la tierra, ninguna puede compararse a los caminos en hermosura y milagro. Salir de la ciudad y hallar en la mañana tendido un camino que conduce a tanta maravilla, a tan insólita música, a Trega vagabunda y niña, a un río antiguo y tan amigo, la verdad más parece hallazgo de imaginación melancólica que verdad. Nunca me extrañó que la melancolía estuviese incluida entre los pecados capitales, pero, la verdad, tampoco que pueda estarlo entre las virtudes teologales. Haciendo por el feliz camino el viaje de regreso, dando gracias al Señor por la mañana, el camino, el sol, el agua, se podría decir: fe, esperanza, caridad, melancolía.

Álvaro Cunqueiro, «Un camino en la mañana»

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Tío Matías el escritor (y Carmencita)

(En el centenario de la muerte de Matías Méndez Vellido)

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Este centenario, por literario que sea, lo hago más como pariente que como lector, y por eso no le busco acomodo en otro medio que en mi blog. Otros se han hecho cargo ya, donde se debe, de la parte académica.
En la rama granadina de mi familia tuvimos un escritor hace cien años. Sigue leyendo

Más que ingenioso: «El Quijote como juego», de Torrente Ballester

El_Quijote_juegoLa historia es conocida, pero la resumiremos (mucho): a comienzos del siglo XVII, un hombre ya entrado en años pierde la razón de tanto leer libros de caballerías –los best sellers de la época–. Se cree a sí mismo capaz de repetir las hazañas de los caballeros andantes –los superhéroes de la época–, y juzga al mundo en que vive capaz de acoger como escenario las mismas maravillas de sus libros. Ello conduce a varias situaciones grotescas; provoca el enojo o la mofa de unos, y el asombro de otros que no entienden cómo esa locura es compatible con el buen juicio que en todo lo demás muestra el personaje. De sus amigos, tan solo un labrador ingenuo le cree y le acompaña fielmente como escudero; otros, compasivos, intentan hacerle regresar a casa. Sigue leyendo

«Oda en la ceniza» (a los cien años de Carlos Bousoño)

Bousoño 2Dentro del ámbito de los estudios literarios, el nombre de Carlos Bousoño (1923-2015) es internacionalmente conocido como el del autor de una prestigiosa obra académica, entre la que destaca su Teoría de la expresión poética. Tal vez menos famosa, pero en todo caso muy digna de consideración, fue la extensa labor que este profesor universitario español desarrolló como poeta.  Sigue leyendo

Azorín. «Castilla».

AzorínResiste tenazmente al olvido José Martínez Ruiz (1873-1967), escritor español recordado por el atildado seudónimo de Azorín. Rompió moldes como joven periodista y narrador en el paso del siglo XIX al XX, y durante su larga madurez supo reinventarse, como hoy se dice, para ganar la atención y el respeto de las sucesivas generaciones de escritores de la llamada «Edad de Plata» de la cultura española (el medio siglo que antecedió a la devastadora guerra civil de 1936), y aún más allá de esta. Por no marcharnos muy lejos, llamaré la atención sobre su influencia en los Paisajes peruanos de José de la Riva Agüero, o la predilección que por él ha manifestado siempre Mario Vargas Llosa. La literatura en nuestro idioma encuentra en Azorín un original precursor de innovaciones de la narrativa universal del siglo XX: ensaya la pura introspección y la rigurosa objetividad, percibe el tiempo como un problema existencial y de la percepción, concede protagonismo a objetos a cuyo conjuro despierta la memoria, o reinterpreta y moderniza los clásicos de la literatura. Sigue leyendo

«Martín Fierro», nacional y universal

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La independencia americana suscitó una búsqueda de señas de identidad en las naciones americanas que eran, más bien, señas de diferencia con respecto a España… y las naciones vecinas. La República Argentina las encontró en el folclore de los gauchos, y decenas de autores cultos y urbanos se pusieron a escribir imitando el estilo de estos marginales jinetes de la pampa. Sigue leyendo

«Noticias del Imperio»: un ‘collage’ de la Historia

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Gran número de estudios, ensayos y ficciones se han dedicado a la controvertida figura histórica de Maximiliano de Habsburgo, príncipe austriaco que con el apoyo de Francia reinó sobre México como emperador durante un breve y turbulento periodo. No es de extrañar que acabara recalando en alguna de las excelentes novelas históricas posteriores al “boom” de la narrativa latinoamericana. En 1988, el autor mexicano Fernando del Paso publicó con gran éxito Noticias del Imperio sobre este fascinante “maldito” y derrotado de la historia de su país.

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