Sobre el horror de mirar el cielo…

Una de las últimas malas noticias del año 2013 tuvo por protagonista al actor Peter O’Toole, quien partió a hacer compañía a Enrique II de Inglaterra, a Thomas E. Lawrence y, en el mejor de los casos, a Cristóbal MagallanesReconozco que la noticia me perturbó bastante menos que la simultánea desaparición de Joan Fontaine: padezco una particular variedad de cinefilia que me impide cambiar una sola película de Hitchcock por toda la filmografía de David Lean.

Los medios pensaron distinto y la imagen del actor británico se me estuvo apareciendo durante unos cuantos días en todas las pantallas y papeles. Muy principalmente en forma de primer plano de Lawrence de Arabia: unos ojos azules deslumbrantes en medio del blanco pañuelo beduino que me hicieron evocar, antes que el papel que lanzó al estrellato a O’Toole (la verdad es que tan solo recuerdo vagamente la película), Los siete pilares de la sabiduría del histórico coronel Lawrence.

Esta rigurosa crónica bélica y política sobre los entresijos de la Primera Guerra Mundial en el Oriente Medio es un libro al que tengo cariño por varias razones. La primera: fue el último que me compré antes de casarme, autorregalo en solitaria despedida de soltero. Las demás: el puñado de pasajes de cautivadora literatura que servían de acicate a la lectura de un conjunto que se me iba haciendo un tanto farragoso.

Entre estos últimos estaba cierta breve comparación del capítulo XXXVII, inquietante como una página entera de Edgar Allan Poe. Este imagina, en la alucinante segunda parte de su Arthur Gordon Pym, a los isleños de Tsalal  aterrorizados ante el color blanco que no existe en sus tierras pero reina en las inhóspitas regiones vecinas de la Antártida. Por su parte, Lawrence recuerda a una anciana árabe, anfitriona suya,

maravillándose de mi piel blanca y de mis horribles ojos azules que parecían, me dijo, el cielo cuando brilla a través de las cuencas de un cráneo vacío.

… y sobre quienes no miran al cielo

1 comentario en “Sobre el horror de mirar el cielo…

  1. Preciosa cita y muy pertinente la comparación con Poe. El libre de Lawrence es uno de mi rascacielos de pendientes de leer y, antes de ello, de comprar. Parafraseando a Wittgenstein, nuestras bibliotecas se dividen en dos partes. La primera formada por los libros que tenemos (conservados o perdidos, pero tenidos al fin y al cabo) y la otra, comúnmente más grande que la primera, formada por los libros que no tenemos e incluso por los libros que no sabemos todavía que existen o están a punto de existir allí. Biblioteca de aire y penumbra, pero más sólida, omnipresente y a menudo tormentosa para el corazón.

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