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Papel y prestigio
¿Y los libros? (Coda)
Plumas y palabras todas se las lleva el viento
(Casilda, la de Peribáñez)
Al contrario que en la adaptación de François Truffaut, Ray Bradbury no llegó en su Fahrenheit 451 al extremo de imaginar un mundo sin letra impresa. Su novela futurista imaginaba un mundo en el que se prohibía el libro, pero donde el aprendizaje se mantenía mediante funcionales folletos desechables. Sigue leyendo
Tablillas y tabletas
Estaba sentado junto a las redes, al lado no tenía el venablo y los dardos, sino el estilete y las tablillas de cera; pensaba algo y tomaba nota, para, si me llevaba las manos vacías, al menos llevarme las tablillas llenas. (…) Por todo ello, cuando vayas de cacería, deberás llevar contigo, según mi parecer, no solo la panera y la botellita de vino, sino también las tablillas de cera: comprobarás que, al igual que Diana, también Minerva vaga por los montes (Cartas I,6)
NOTA DEL 3 DE ENERO: La vagabundia de las compras navideñas me ha hecho descubrir una marca de esos lapiceros con culete de goma para pantalla táctil llamada stylus, igual que los punzones con que se escribía sobre las históricas tablillas. Tal vez debamos más cultura sobre el mundo antiguo a la publicidad que al cine.
Que viva Crichton
Aunque por razones profesionales y personales uno tiende a echar pestes de los bestsellers y del padre que los engendró (ya hablaremos otro día de eso), revivo estos días el placer con que allá por los 90 leí unas cuantas novelas de Michael Crichton. Parque Jurásico me interesó desde antes aún que Spielberg se metiera a explotar a los pobres animalitos del Cretácico, con irreversibles consecuencias para nuestra cultura audiovisual, no todas malas. Esfera infundía un terrible suspenso a un viejo tema de la ciencia-ficción culta (Solaris, de Stanislav Lem) o de culto (Planeta prohibido, leo que de Fred M.Wilcox). El gran robo del tren era un misterio “victoriano” sin el enredo de los de Wilkie Collins o de Sherlock Holmes, pero donde el lector presenciaba, desde el reverso y con viva simpatía por los geniales delincuentes, el planeamiento y ejecución de un crimen parece que verídico. Sigue leyendo