La serie de novelitas de El diario de Greg han sido, gracias a mi primogénita, uno de los descubrimientos literarios de este año. Celebrar en ella la sátira es casi un tópico: mucha de la buena literatura infantil, desde tiempos de Elena Fortún o Richmal Crompton, ha elegido como rumbo contraponer la lógica libre y aplastante del niño a los pesados hábitos y condicionamientos del adulto. Me han divertido mucho también otros tipos de caricatura de la realidad. Por ejemplo, su (auto)parodia de la reiterativa literatura de consumo escolar, con más fuerza en su high concept que otra cosa:
O, hablando de producción cultural en serie como churros, esta perfecta síntesis de ciertos productos televisivos excretados bajo forma de princesas, hadas, colegialas, mejoramigas, lunas, violetas y otras criaturitas de mierdisney:
P.D. Agregaré una visión general a este par de impresiones con esta autorizada crítica. Que, por cierto, me he encontrado con que en otros enlaces de su página cita como ejemplos tanto el de Krisstina como el de los Ladrones de Calzoncillos. Me alegra compartir sensibilidad con Luis Daniel González, y juro por el psicólogo de Rowley que es pura coincidencia.
Bienvenido de nuevo a la actividad bloguera, Manuel.
En el enlace que pones sobre el «high concept», me llama la atención que García may se atreva a hablar de «los infames ochenta». Se nota que lo escribió en la década anterior, hoy no hay huevos para decir eso en voz alta: lo linchan los fans de los Goonies y los Cazafantasmas, que están muy crecidos (en los dos sentidos de la palabra).
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Y el Arte moderno, acaso no es también un producto de todo esto?
La raíz del problema lo has dicho Manuel: no hay tiempo (o al menos es es la percepción general) y no se puede o quiere invertir el escaso que queda en leer….
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