Es víspera de vacaciones, o sea momento de limpieza general. Se avientan los papeles amontonados sobre el escritorio: con qué relajo encontramos los de tareas ya cumplidas, y con cuánto más aún los aquellas que parecieron urgentes y luego resultó que, bien mirado, no eran para tanto. Tampoco faltan los que han acabado por formar una suerte de estrato geológico, y tanto mejor si son los menos y podemos evitar mirarlos al despedirnos de la oficina por unas semanas.
También toca limpieza en la Maceta. Podar y regar plantas que, sin embargo, se han ido abonando por sí solas mientras uno ponía las manos a otras cosas. Invito a mis visitantes reincidentes a una relectura sobre las siguientes entradas:
- Perros y poetas: a lo escrito ayer le pego las reflexiones sobre el Jaguar y el Esclavo.
- Una apuesta por la autenticidad: la referencia a Stefano Benni, ilustre narrador italiano, y el enlace a otro cuento del libro de Carlos Villar (“Lo que hace tu mano izquierda”).
- Granada en los Andes (I): la referencia en nota final a la obra de Leandro Joras, fotógrafo, con una foto impresionante de propina.
- Dos despedidas un poco tristes, por último, a dos personas que aprecié: una al final de mi evocación del Dos de Mayo, y otra al de mi reflexión sobre ciertos tránsitos inesperados de la vida.
Y en fin, yo también me despido de mis lectores aunque un poco más alegre. Será porque sí sé bien cuándo me toca volver, o sea en agosto. Descanso de la Universidad, y creo que a mi Maceta no le vendrá mal descansar algo de mí. Para bien y para mal, sé que el tiempo se hará corto, así que volveremos a vernos en esta pantalla dentro de un par de semanas.