Trabajar “de sentío” o el peso de las letras

El antiguo respeto del trabajador manual hacia la labor intelectual y las personas de (no simplemente “con”) estudios va más allá del prestigio y hasta la preponderancia social que otorgaba el título académico. Ambas se encuentran actualmente en declive (ya hablamos de esto), pero creo que se mantiene la cierta admiración hacia la habilidad de leer, recordar y saber por parte de quien ha desarrollado más bien destrezas manuales y pericias técnicas.  Recíprocamente, el típico ratón de bibliotecas admirará, a poco que asome el hocico de su madriguera, ese poder de manipular materiales y maquinarias.No se puede tener todo. O tal vez sí, pero la verdad es que tenerlo, lo que se dice tenerlo, muy pocos lo tienen.

Creo que también se aprecia todavía desde fuera hasta qué punto el esfuerzo intelectual produce una fatiga real, como aquella cocinera que tuvo mi abuela y servía raciones de privilegio a uno de mis tíos, estudiante, porque “trabajaba de sentío”.

Por supuesto, siempre te tropiezas con el ostentoso desdén del y eso pa qué sirve (insisto en que ya hablamos de esto, ahora bien, no desisto de volver al asunto en otras entradas), o el inconsciente de quienes, por inexperiencia, minusvaloran el desgaste que soporta quien se dedica a la lectura diariamente. Así mi hija mayor, sangre analfabeta de mi letrada sangre, que me aborda sin piedad a la hora de la siesta:

– Papá, léeme el cuento.

– No puedo, hija, estoy cansado…

– ¡Solo las letras, pues, que yo te tengo el libro!

Estas sí que tienen que pesar

4 comentarios en “Trabajar “de sentío” o el peso de las letras

    • No te preocupes! Incomodidad ninguna, solo aclaraba. Porque mi «ya» implicaba -tal vez de manera un poco lacónica- que tienes razón… en cuanto al género del artículo, científico o periodístico. Incluso en cuanto al ensayo. Pero yo aquí no tenía tales ambiciones. ¡Viva Verne!

      Me gusta

Replica a manuelprendesguardiola Cancelar la respuesta